El genio se escapó de la botella
El calendario, como siempre, sigue su conteo milenario.
Raúl Bracho
Y será casi imposible que lo logren regresar, el genio del socialismo, del futuro, de la vida, bramó en un remolino alrededor del corcho, el genio que pernoctaba en espera del llamado se levantó imponente e irrumpió por la boca de la vieja botella para desparramarse por sobre toda la tierra. El genio se salió de la botella, la luna miró a la tierra e invocó a las almas de los ancestrales espíritus. El sur de la tierra está delante de la historia, despierta y pendiente del avance, de la lucha. Los días pasan y nada pasa que logre devolver la furia con la que los pueblos reclaman justicia, más allá de la diatriba, las mejillas del pueblo se encienden con el sonrojo de la rabia milenaria que exige la justicia por tantos años reclamada.
El calendario, como siempre, sigue su conteo milenario. Pasan días y se hacen meses, cae la noche y amanece el día, ¿eso se llama historia? Ciertamente. Se acumulan fuerzas y toda la población a diario lee los diarios en espera del desenlace. Este planeta hermoso está abriendo sus ojos y la historia se tarda en apresurar el resultado. Pudiera pasar que las voces descontentas apuesten a que es mentira, a que la arremetida de los sueños fracase. Pero en balde suspiran por el retorno a un pasado que quedo desencajado y fuera de servicio. Pudiera pasar que muchos esperaran a que hubiera regreso a aquellos días en los que el sobresalto ante las rebeliones era solo un susto.
El genio se salió de la botella. Pongamos el nombre que queramos: Fidel o Chávez es igual a pueblo. El temblor que desequilibra la parasitaria estabilidad neoliberal, el constante empuje hacia el futuro nace irreductible desde la puerta de cada barrio, de cada mujer u hombre excluido que cada día entiende más lo que significa socialismo. Chávez habla constante, cotidiano. Día que pasa lo encontramos en nuestras pantallas maldiciendo a los burgueses. Insiste e insiste, enseña y enseña. El genio de la botella no se cansa de repetir su rosario de cruces socialistas, sus improperios a la clase dominante, su voz de alerta y lucha a los desposeídos.
Uno que va en la misma lucha se queda mirando al comandante en su constante participación, ¡que forma de ser incansable! Cada día de esta lucha nos entrega un ejemplo ante el que ni el enemigo puede oponerse. Cada día crece la esperanza, cada día renace el compromiso.
El imperio del consumismo, el egoísmo de cada dueño de algo en el mundo del pasado, se espanta ante la voz clara y relampagueante con la que hablan las mujeres y hombre de nuestro pueblo. Pasa la historia con su lentitud imperdonable, ¡como quisiéramos saber ya nuestros destinos! Pero es lento el destino. No importa.
Si antes el imperio era la tapa del frasco, hoy el pueblo es su destapador. Este genio que grita en la garganta de Chávez, en la mirada del pueblo, ese mismo con el que se enfurecía la garganta de Fidel o del Che, esta furia incontenible que sigue estallando, es el genio de la conciencia milenaria de los pueblos oprimidos que rompe las fronteras y se impone, este genio es la sonrisa enorme de cada mujer revolucionaria, es la fuerza de las voz de un comandante constante, ejemplar y comprometido con el único destino posible.
Hugo Chávez Frías tiene su palabra enterrada en el alma de nuestro continente, no hay forma de revertir este aquelarre indómito de revolución. Seguiremos transitando el diario pasar de los días y aportaremos con nuestro caudal de sueños y de lucha cotidiana para que termine de caer la pesadilla.
Ser revolucionario es ser constante, es ser entregado al sueño de transformación. Este genio al que todos los días escuchamos maldecir a los burgueses, escuchamos invocar nuestra entrega para vencer al pasado, este grito incansable de la garganta que clama los sueños de todos, este sueño incontenible que nunca terminara en pesadilla, es el sueño de todas y todos los que entregamos la vida por un mundo nuevo.
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