CURSO: Hacia una Filósofia Política Crítica

CURSO: Hacia una Filósofia Política Crítica
Enrique Dussel, Filósofo

Haz Click

lunes, 12 de julio de 2010

Piedra de tranca
La línea de la Iglesia


HAY QUE RECONOCERLE a la jerarquía de la Iglesia católica venezolana su consecuencia con la línea golpista. Su identificación con esa línea a lo largo del tiempo, sin declinar un solo instante. No hay antecedentes en el país de una lealtad tan arraigada. Instituciones y personas cambian de posición de acuerdo con las circunstancias. Unas se van para la derecha y luego regresan a la izquierda, y viceversa. Banqueros que antes estuvieron metidos en aventuras golpistas hoy se acogen a la institucionalidad democrática. Militares que tuvieron un mal momento en el pasado y se plegaron al golpismo hoy reconocen el error y normalizan su situación. Políticos que se metieron a conspiradores ahora retornan a la legalidad. Así como otros que defendían el Estado de derecho, en el presente le echan plomo y quieren saltar al vacío.

000000000000000000000

PERO CON LA JERARQUÍA de la Iglesia católica, con los respetables obispos y monseñores de la Conferencia Episcopal, no hay pele. Uno puede tener la certeza de que siempre estarán en la misma línea: la golpista, la de apañar a cuanta aventura se plantee en el país. Desde el mismo comienzo del gobierno de Chávez, allá por 1999, ya estaban embalados contra él, contra el Gobierno recién electo. Y a medida que avanzó el tiempo fueron afinando puntería. Para la cúpula de la Iglesia católica venezolana nunca hubo golpistas, ni empresarios conspiradores, ni Washington estimulando la subversión. Porque esa cúpula formaba parte de la conspiración. Cualquiera puede revisar las declaraciones de la CEV durante once años de proceso bolivariano y no hallará en ellas una sola línea, una sola palabra de denuncia contra los actos para acabar con la Constitución; incluso cuando ésta fue discutida, la cuestionó severamente. Posteriormente se solidarizaron el 11 de abril de 2002 con el golpe de Carmona y los militares fascistas, y el para entonces jefe de la Iglesia, el cardenal Velasco, firmó el acta de proclamación del Presidente de FEDECÁMARAS como nuevo Jefe de Estado y la abolición de todos los poderes públicos. Nunca la Iglesia ha cuestionado la injerencia estadounidense en la política interna del país. Nunca ha dicho palabra alguna a favor de las leyes sociales, de las iniciativas populares del gobierno de Chávez.

000000000000000000000

AL IGUAL QUE LA IGLESIA argentina, por ejemplo, que apoyo a las dictaduras genocidas en esa nación, la venezolana actuó igual. Los cardenales y obispos argentinos respaldaron a los dictadores militares y los cardenales y obispos venezolanos apoyaron el 11-A el golpe contra la democracia, y a diario respaldan cualquier tipo de aventura. Su solidaridad con los actos de fuerza, con la prédica destinada a socavar a las instituciones, es ilimitada.

000000000000000000000

¿POR QUÉ EXTRAÑARSE entonces de que la Conferencia Episcopal y el cardenal Urosa, tan genuflexo y ambiguo ante Chávez cuando éste tenía en sus manos la decisión de aprobar su designación por el Papa como arzobispo de Caracas, sigan en la misma tónica golpista de siempre? La Iglesia de ellos es la de los poderosos, la de los que optaron por acabar con el proceso bolivarianos, no por los errores en que éste pueda incurrir, sino por lo que representa como reivindicación del pueblo. De ese pueblo que debiera ser la prioridad para cardenales y obispos, pero que no es así. ¿Acaso vendieron el alma al diablo? La respuesta hay que buscarla en la obra de Saramago.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario